ILARGI

En este blog guardo mis pensamientos y poemas sobre el amor verdadero. Cada palabra nace del corazón, con la esperanza silenciosa de que un día vuelva Ilargi, a quien amo y quiero profundamente. Me ha pedido un tiempo, y mientras espero con paciencia y respeto, el amor sigue transformándose, creciendo en ternura, en espera y en comprensión.

Objetivo

Amor sin prisa es mi proyecto personal, un espacio donde detengo el tiempo para reflexionar y recordar. Es mi manera de dar sentido a mis vivencias afectivas, de contemplar cada gesto, cada momento compartido, incluso aquellos que hoy duelen porque no son correspondidos.

En este camino, miro hacia atrás y veo un pasado marcado por la distancia y el frío, donde mis prioridades laborales muchas veces opacaron la cercanía y los abrazos que el amor necesitaba. Aprendo a aceptar que amar no siempre significa ser correspondido, y que hay belleza incluso en los sentimientos que permanecen en silencio.

Escribo, pienso, recuerdo… y en esa pausa sin prisa descubro que el amor no se mide solo en reciprocidad, sino en la capacidad de honrar lo que se siente, de cuidar los recuerdos y de permitir que cada experiencia deje una huella en quien soy hoy.

Mi pasado

Mi pasado afectivo estuvo envuelto en un frío silencioso. Hubo relaciones, sí, pero carecían de calor: pocas palabras, casi ningún abrazo, gestos que se esfumaban antes de nacer. Estaba tan centrado en el trabajo, en cumplir metas y avanzar en mi mundo profesional, que el amor quedaba relegado a un segundo plano, casi invisible.

Recuerdo la distancia en los encuentros, la falta de cercanía que dolía más que cualquier discusión. El corazón pedía atención, y yo apenas podía darla, consumido por agendas, plazos y responsabilidades. Mirando atrás, siento una mezcla de tristeza y aprendizaje: comprendí que la ambición y el amor no son enemigos, pero que descuidar lo humano deja un vacío que ni los logros laborales pueden llenar.

Hoy reconozco ese pasado con honestidad: frío y silencioso, pero necesario para entender que amar implica presencia, pequeños gestos y abrazos que no se pueden posponer, por mucho que el mundo profesional exija.